El hombre siempre ha tratado de entender la
esencia de la vida, "el porqué" de cada una de las situaciones que se
le presentan cada día. Buscando incansablemente el "sentido de la
vida", juzgamos y comparamos todo, nos parece que las situaciones son:
justas o injustas, apropiadas o desafortunadas... dependiendo en gran medida de
la información que tengamos o de cómo hayan sido nuestras experiencias
anteriores.
A veces nos asaltan preguntas trascendentes
como: ¿Quiénes somos?, ¿Cuál es nuestra misión? Pero también nos hacemos
preguntas más personales como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué nadie me entiende?, ¿Por
qué a él y no a mí?.
La cultura occidental nos lleva a buscar
afuera, a investigar, experimentar, razonar o a especular, mientras que los
orientales buscan adentro. Meditan, sienten y practican infinidad de técnicas
para alcanzar la iluminación. En realidad, todos tratamos por diferentes
caminos de llegar al fondo de ese gran fenómeno que es el sentido de la vida.
Pero en verdad, no necesitamos entender la vida en su totalidad para poder ser
felices. No tenemos que entender cómo funciona un árbol de mango para disfrutar
y alimentarnos de sus jugosos frutos. ¡Basta con que estés vivo y tomes todo lo
bueno que
la vida generosamente te ofrece!
Observa detenidamente todo a tu alrededor,
sorpréndete y aprende, adopta el ritmo de la vida, degústala y vívela con
entusiasmo y agradecimiento, sin preocuparte y sin cuestionarte tanto. Si
tenemos el regalo de estar vivos, aprendamos a estar concientes y atentos,
disfrutando en paz y armonía de lo que segundo a segundo y de manera generosa,
nos ofrece la vida: un amanecer, la sonrisa de nuestro hijo, la satisfacción de
una meta lograda, un helado, el ayudar a un amigo, un delicioso sándwich, un
baño de agua caliente, una palmadita en la espalda ese día que tanto lo
necesitábamos, ese dinero extra que cayó del cielo, nuestra pareja que nos
acompaña a compartir la vida, ese maravilloso cuerpo que tenemos y del cual a
veces no nos sentimos orgullosos, de este estupendo país en el que
nacimos y del cual a veces renegamos, el
placer del trabajo bien hecho... y de miles de bendiciones que constantemente
llueven sobre nosotros cada día y que lamentablemente muchas veces no podemos
reconocer al estar preocupados por el pasado o por el futuro.
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