divendres, 22 de juny del 2012

Que se borren las diferencias



 Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre si, sin que fueran bastantes para avenirlos las exhortaciones de sus padres.  Un día les congregó a todos y mandando traer una porción de varas, y haciéndolas un haz, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.  Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.  Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:—De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros, pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.
 
“El pueblo unido, jamás será vencido”. La clase unida, jamás será vencida.  Y sin embargo, cuánto nos gusta pelear, discutir, ir cada uno a su aire. Señor, que comprendamos la lección de esta mañana y seamos hombres y mujeres de unidad. Une tú, Señor, al Norte y el Sur, para que terminen las diferencias.


Juntos será más fácil